En la primera entrega de esta entrevista, Floria González nos contó varias anécdotas sobre su relación
laboral con Natalia. Entre otras cosas, nos enteramos del significado de los
diversos elementos simbólicos presentes en el video de “La fugitiva”, del
proceso creativo que hubo alrededor de “Limosna” y de las diversas dificultades
con las que se toparon Floria y su equipo al momento de filmar estos videos.
Del mismo modo, nos compartió algunos detalles sobre las fotografías y los
visuales que realizó para la promoción de Mujer
divina.
Ahora es tiempo de
adentrarnos en la persona y artista que es Floria González, independientemente
de su vínculo con Natalia. Así, ella nos habló de sus gustos musicales,
cinematográficos y literarios; del camino que siguió para convertirse en
artista y de algunos de los proyectos más recientes en los que ha participado.
Huu!: Nos
contabas que hace muchos años formaste parte de un grupo musical llamado Ellas
Tres. ¿Cómo se dio tu participación y cómo crees que influyó en lo que eres
ahora?
Floria González: Pues… primero yo vivía en Ciudad Acuña, Coahuila. Es una
ciudad muy pequeña. Y siempre tuve el sueño de salirme y hacer otras cosas. Esa
fue la oportunidad. Fue como: “¿Cantas y quieres ir a México?”, y yo: “¡Sí!”. Estaba
bien chiquita, tenía 15 años, pero mis papás me apoyaron y di el paso. Creo que
eso fue lo más importante. Mis amigas y
yo no teníamos miedo ni nada. En aquel entonces mucha gente le tenía miedo al
DF, pero nosotras estábamos emocionadas y
todo nos parecía increíble.
Y ya aquí, conocí a
muchas personas. Conocí a una amiga que estudiaba foto en la Activa. Yo quería
estudiar cine, pero cuando llegué a los 18 años, muy fresca a tomar el examen para
inscribirme a la escuela de cine, al CCC, ya se había pasado la fecha. Además
no es tan sencillo, tienes que presentar muchos exámenes en las dos mejores
escuelas de cine de aquí. Y yo estaba muy triste porque mis amigas ya se habían
regresado, ya se estaba terminando el grupo… Entonces, un chico que estaba ahí me
dijo: “Estudia foto y después ya estudias cine. Te va a entrenar el ojo y te va
a ayudar muchísimo”. Y como mi amiga estudiaba foto en la Activa, dije: “¡Pues
ya está!”.
H: Y así
fue como te acercaste a la foto, ¿no? Pero ¿cómo diste el salto al cine?
FG: Sí. Me
fui a San Antonio a estudiar. Después regresé a vivir a México y tomé otros
cursos. Estudié aquí, allá y así. Nunca fui muy lineal en ese sentido. ¡Soy un
desmadre! Y como aprendí más, fue trabajando. La escuela sólo te enseña algunas
cosas.
H:
¿Recuerdas tu primera cámara y cómo la obtuviste?
FG: Mi
papá me regaló mi primera cámara. Era una Rebel todavía análoga y me duró nada,
como un mes, porque en la escuela teníamos que hacer nuestros propios rollos y
entonces me metí a un clóset para sacar el rollo de la cámara, pero empecé a
sacar y a sacar y pues… levanté todo el mecanismo y lo eché a perder. ¡Fatal!
Entonces un amigo estaba vendiendo una Canon, pero más viejita, de metal, y la
compré. No sé ni de dónde saqué el dinero. ¡¿A quién le robé?! (Risas) No, seguramente mi papá, igual.
Pero bueno, esa fue mi segunda cámara, después de la muerte de mi Rebel.
H: ¿Cuál
fue tu primer trabajo importante?
FG: Mmm… De
foto, creo que Reik. Me contrataron en Westwood para tomarles fotos. Ya había
hecho foto para varios grupos, pero muy independientes. Y yo no sabía nada. Sí
sabía iluminar y demás, pero no tenía equipo. Ahí aprendí que necesitaba
vestuarista, maquillista, asistentes, catering, etc. Llegan los Reikos con sus
playeras hechas bolas y claro, alguien tiene que planchar todo esto. (Risas) Todo mal, pero así se aprende. Y
salieron bonitas las fotos.
Y de video, el primero
que hice fue “Tu frontera”, de León Polar. Fue muy divertido porque no teníamos
presupuesto ni nada. Y justo lo padre de trabajar con poco presupuesto es que
tienes que pensar qué te inventas. Me planteo mi estudio porque así no gastas
en locación y tienes todo el tiempo para ti, o sea no te están correteando.
Entonces, siempre pienso qué puede pasar aquí, diferente, donde no hay nada.
H: Entre
tus proyectos actuales de encuentra Río
de lobos. ¿Puedes platicarnos cómo surgió y de qué se trata?
FG: ¡Sí!
Pues una amiga, Alejandra Alarcón, quien de hecho es la que hace el arte de mis
videos, es boliviana y vivió aquí, la conocí, estuvimos juntas en una galería,
se regresó a Bolivia… pero hablábamos por internet y nos enseñábamos el trabajo
que habíamos hecho. Y siempre decíamos que había que hacer algo juntas. Luego
regresó a México y empezamos con este proyecto de Río de lobos.
Ella, estando en
Bolivia, me dijo: “Hice este videoarte para exponer y necesito una canción,
pero necesito una canción original”, y yo le dije: “¡Ay, yo te la hago!”.
Entonces, la hice con Leo: yo canté y él escribió la música. Se la mandé a
Alejandra y ya, la expuso y demás. Luego hicimos unos videos y luego otra cosa…
Fue evolucionando, hasta que llegamos a la conclusión de que ese proyecto iba a
ser de música e imágenes.
Entonces, lo que
queremos es trabajar con diferentes artistas. Haz de cuenta: hacer un video y decirle
a Torreblanca: “Oye, ponle la música”; o al revés: “Dame una canción y nosotras
le ponemos video”. Es muy libre, como jugar. Y a lo mejor después tenemos un
disco de todas esas cosas que fuimos haciendo.
H: ¿Qué te
inspira?
FG:
¡Muchas cosas! En general, el ser humano. El ser humano es lo que más me
inspira en la vida. Su mente. Y todo, desde lo más consciente hasta lo más
inconsciente.
H: En tu
obra la infancia ocupa un lugar importante. ¿Por qué? ¿Qué es para ti esa etapa
en la vida del ser humano?
FG: Es lo
que marca todo lo que vas a hacer de adulto. En general investigo mucho y hago
como hipótesis. Por decir, si a esta persona la violaron de chiquita, de grande no va a ser normal, pues eso va a
afectar todas las decisiones y todo lo que pase en su vida. Es algo traumático.
Y todo lo que te enseñan de niño tus padres y la escuela es lo que hace que
tengas la personalidad y los patrones que tienes, negativos y positivos. Bueno,
yo me enfoco mucho en los patrones negativos e incluso es como un proceso de
autolimpieza. Por ejemplo, si voy a tocar el tema de la madre, me clavo y
empiezo a meditar y a pensar cuáles son patrones de mi madre que no me gustan,
que repito y que seguramente no son de ella, sino de mi abuela. Y así, me voy
conectando hasta que logro limpiarlo. En el proceso creativo, voy
evolucionando.
H: Al
apreciar tu trabajo, se percibe cierta influencia del arte japonés y de cineastas
como Lynch. ¿Consideras que están ahí? Si están, ¿podrías contarnos cómo
llegaste a ellos, qué es lo que te gusta de ellos y qué otras influencias
dirías que tienes?
FG: Me
gustan muchos artistas. En general me atrae mucho la oscuridad, lo diferente,
lo que no se ve. Tú no puedes ver lo que está pensando o sintiendo otra
persona, ni lo que hizo o lo que quiere hacer. Y los que tocan eso son los
artistas que me atraen. Son obras en las que parece que no está pasando nada,
porque todo está sucediendo en el interior de los personajes. Me encanta. Las
pelis japonesas son así. Parece que son muy lentas, pero pasa de todo.
El cine coreano y el cine japonés me gustan porque son muy
interioristas, pero también muy fantásticos. Hay una película que se llama El sabor del té, sí, The Taste of Tea, donde ves a una niña
normal en su escuela y ella se está imaginando que se ve a ella misma como un
gigante. O sea es un gigante de ella que la ve a ella. Y le da mucho miedo esta
idea de que se está viendo a ella misma. Me parece muy poético. Y que aparte lo
hagan en efecto especial, me encanta. Es usar un efecto especial como se tiene
que usar. También está bonito para hacer un truco de un coche para una película
de acción, pero para decir lo que siente una persona… es como lo mejor que puede
pasar. Y eso tiene ese cine, es muy metafórico.
Creo que me acerqué a él
por la lectura, por Banana Yoshimoto. Me la recomendó una amiga, me encantó y
de ahí me seguí. De pronto ya empecé a ver arte japonés. Los japoneses son
totalmente perfeccionistas, puntuales, con el color son unos genios… Y así es
Japón. Bueno, sólo conozco Tokio, pero… es todo perfecto. Esto (señala el borde cuarteado de la mesa blanca
de madera) jamás se vería en Japón. Que me encanta, porque es como más
estilo country francés. Pero ellos no tienen eso. En Japón ves que el color del
poste está alineado y calculado con el color de la banqueta y el color de
maceta. Y ya lo hacen sin darse cuenta. Yo creo que lo han hecho tantos años
que si no está así, es que algo está mal y lo pintan. Aquí en México, no. Aquí
somos como medio folklóricos y caóticos. Me gusta también, pero esta idea zen y
de que todo tiene que estar equilibrado, me encanta.
Y a Lynch lo amo. Lynch
está loco. Me encanta el surrealismo de Lynch. ¿Lo has visto? ¡Tienes que ver
todo! Ve la primera, su primer largo. Yo he visto todas. Siempre voy con la
esperanza de encontrar alguna cosa nueva, pero no, ya las vi todas.
H: Si
pudieras enviarle un mensaje a la Floria de hace 15 años, ¿qué le dirías?
FG: Nada.
Todo va a estar bien. (Risas)
H: ¿Y a
los lectores de Huu!? ¿Hay algún
mensaje que quisieras darles?
FG: Mmm…
Que sigan escuchando música y que lean y vean mucho cine.
H: ¿Qué
música, libros y películas les recomendarías?
FG: De
música, he estado escuchando Chet Baker, Ella Fitzgeral y todos los viejitos,
pero de los contemporáneos me gustan mucho Fever Ray, Grizzly Bear, Dead Man’s
Bones… Esa es una banda de Ryan Gosling, el actor. De cine, vean todas las de
Wes Anderson, todas las de Lynch, todas las de Lars von Trier y todas las de
Cronenberg. Y vean las de Miranda July y
Sofia Coppola. De libros, lean a Murakami, a Yoshimoto, a Salinger… ¡Y los
clásicos! Todo lo de Dickens y Poe. Poe es muy divertido. (Risas)
Después de conversar un
poco sobre los orígenes de Huu!,
concluyó la entrevista. Debo decirles que entre el café y la charla tan amena,
salí del restaurante con un excelente sabor de boca. Volvería a ese lugar sólo
para recordar el buen rato.
Entre otras cosas,
comprendí por qué Natalia y ella hicieron tan buena mancuerna al trabajar
juntas. Ambas son mujeres admirables por su talento; poseen un espíritu libre y
aventurero que les permite abrirse las puertas donde lo deseen, pero además
saben qué es lo que quieren y trabajan con disciplina y pasión para lograrlo.
Las dos son personas interesantes, llenas de imaginación y creatividad; son
sencillas, accesibles y poseen un bello carácter.
Por: Ana R.
Agradecimiento especial a Floria González