Natalia nos ha dejado entrar
en su vida siempre. Es por eso que conocemos detalles sobre ella, que nos hacen
admirarla mucho más allá de su talento musical. En lo personal, yo admiro la
manera en que se levanta de una caída, caídas como la que tuvo a los 6 años
mientras disfrutaba de su fiesta de cumpleaños. Aquella vez se cayó de un
caballo y este la pateó en la frente. Sin embargo, ese trágico accidente fue lo
que en gran medida definió su futuro artístico, ya que como parte de su larga
recuperación, Natalia se acercó al canto, la danza y la composición.
Más adelante, cuando ya estaba
adentrada en el mundo de música, se enamoró de un chico que fue su novio en la
secundaria. Lamentablemente, él se tuvo
que mudar. Aunque esto le dolió mucho a Natalia, fue precisamente este suceso lo
que detonó muchas de las canciones que más tarde ella nos compartiría, como “El
destino”.
Pasó el tiempo y Natalia
estaba completamente segura de que quería hacer música toda su vida, así que
decidió buscar una disquera. Sony quería firmar con ella para que formara parte
de un grupo juvenil y plástico. Según Natalia y su papá, este grupo “era una mentira,
un grupo de niñas que brincaban y gritaban”. Tras varias noches de insomnio,
Natalia decidió no pertenecer al grupo, pues no era lo que ella soñaba. De modo
que antes de llegar a la junta en la que había de concretarse su contrato, le
marcó a Rafa Zepeda, gerente artístico de Sony, para solicitar verlo. Él aceptó
e inmediatamente pidió que le mostrará sus demos.
Fue así como, gracias a un momento de decisión y valentía, pudo llegar a
nuestros sentidos Natalia Lafourcade,
su primer disco.
Así, mientras más crecía
profesionalmente, más proyectos había para ella, como Las
cuatro estaciones del amor.
Durante la grabación surgió una de las relaciones amorosas más importantes de
Natalia: su noviazgo con Neto, su ingeniero de audio. Sin embargo, después de
cuatro años, la relación terminó. A pesar de esta ruptura, Natalia logró disfrutar
de todas las emociones de la vida en su máxima expresión, disfrutar incluso el
llanto y crecer como persona.
Del mismo modo, la vimos crecer en las dos últimas presentaciones que tuvo
en el Vive Latino. Sin importar que ocho años antes, en el 2003, la bajaran del
escenario antes de terminar su show, Natalia demostró lo mucho que ha
desarrollado su talento musical. Invitó a grandes artistas a cantar y tocar con
ella su magnífico material, e incluso le dedicó desde allí una canción al
presidente Enrique Peña Nieto, para pedirle lo mejor para México. Desde luego,
esto le valió numerosos aplausos y toda la admiración del público.
Natalia como cada uno de nosotros se cae, pero también se levanta y lo hace
de una gran manera, porque como ella ha dicho: “todo pasa por algo”. ¿Ustedes
han tenido una caída como las de Natalia? ¿Cómo han salido de ellas?
Por: Erika García